martes, 13 de marzo de 2018

Preguntas a Pablo Laborde



¿Por qué elegiste dedicarte a la escritura?

No elegí, fue más bien el reflejo de mi sistema parasimpático a una adolescencia que de otro modo me hubiera detonado. Ya de grande, busqué mejorar la técnica con profesionales, y al cabo de unos años de aprendizaje me atreví a salir a la cancha. La escritura cobró tal relevancia en mi vida, que fui abandonando otras tareas más remunerativas para dedicarme de lleno a la actividad. Hoy me siento muy feliz, y hasta me arrepiento de no haberlo hecho antes. Y creo que esa percepción del tiempo perdido tuvo mucho que ver con mi último libro.

¿Qué nos podés contar sobre tu último libro?

Integralmente, Los que matan el tiempo y lloran su entierro trata sobre cómo las personas —aun sabiendo que el tiempo es un recurso no renovable— disponemos de él como si lo fuera; y cuando advertimos que el tiempo es todo, en general ya es tarde para muchas cosas. A veces es tarde para todo.
Son ocho relatos muy distintos, pero de algún modo tienen ese denominador común. Transcurren mayormente en un tiempo y espacio muy cercano a nosotros los porteños: son historias bastante costumbristas, regionales. Aunque también hay una especie de ciencia ficción argenta. Tomándolos por unidad los cuentos intentan una visión lateral de la femineidad, el arrepentimiento, la timidez, la simulación, la desidia, la muerte, la simbiosis y la intrascendencia. Así dicho, creo que suena medio denso, pero también creo que a ese puñado de personajes le pasan cosas tan desopilantes, que aunque más no sea por curiosidad morbosa, eventualmente el libro se vuelve entretenido; más allá de que el trasfondo es trágico.

¿Con qué personaje de ficción te identificás?

No puedo decir sólo uno. A los veinte, recuerdo haberme identificado con Harry Haller, de El lobo estepario, de Hermann Hesse. A los treinta, sentí una gran empatía con Paul Hackett, el personaje interpretado por Griffin Dunne en la película Después de hora, de Martin Scorsese. En aquella época, mi vida era exactamente igual a esa madrugada en el Soho. Cuando anduve por los cuarenta me identifiqué mucho con Lester Burnham, el personaje interpretado por Kevin Spacey en Belleza Americana, de Sam Mendes. Y el último cosquilleo incómodo me lo produjo Michael Stone, el “experto en servicio al cliente” de Anomalisa, de Charlie Kaufman.

¿Qué autores nos recomendás?

Voy a recomendar argentinos: Pedro Mairal, Samanta Schweblin, Cristian Acevedo, Federico Falco, Selva Almada, Sergio Bizzio, José Ingenieros, Velmiro Ayala Gauna.


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