jueves, 18 de enero de 2018

Preguntas a Mercedes Giuffré

Foto: Ale Meter


¿Por qué elegiste dedicarte a la escritura?

En mi caso se trata de vocación pura. No sé si yo elegí esta profesión o ella me eligió a mí. Empecé a leer desde muy chica. Primero nos leía mi mamá, a mi hermana y a mí. Después me lancé a la aventura yo sola y descubrí ventanas a otras realidades en los libros. Dije que quería ser escritora a los seis años y mis padres me creyeron. Me inscribieron en el taller literario que se daba a contra turno en la escuela, y después, en la adolescencia, tomé clases de escritura en el taller de Hebe Solves, que era una gran docente, además de poeta. En su taller leí por primera vez a Joyce, a Borges, el Kalevala y el poema de Gilgamesh. Tenía unos 14 años. También empecé a escribir mi primera novela, que quedó inconclusa. A veces releo esos pocos capítulos que escribí sin disciplina y creo que ya tienen en potencia algunos elementos que luego aparecieron en la serie de Samuel Redhead, que es un personaje que inventé y que protagonizó hasta ahora cuatro novelas histórico policiales y un cuento. Así que, ahí se ve de qué se trata esto de ser escritor. Por un lado está la vocación. Por el otro, lo más importante: la disciplina, el esfuerzo, la constancia, el método y la fuerza de voluntad que hacen de esa vocación una forma de vida.

¿Qué nos podés contar sobre tu último libro?

Es la cuarta novela de la serie protagonizada por Samuel Redhead, un médico mitad español y mitad británico que llega a Buenos Aires en 1805, escapando de las guerras entre ambos países. Acá le toca vivir las invasiones inglesas. En cada novela él investiga un misterio policial, por eso se pueden leer por separado como las historias de Wallander o las de Poirot, aunque si lees la serie en orden vas conociéndolo a él y viendo sus cambios interiores, un amor que le surge y evoluciona, la relación con Buenos Aires y su gente, los criollos y los españoles, los gauchos, los afro, los indios. En esta cuarta novela se agrega, además, el elemento fantástico. Se llama “Almas en Pena”, salió a la venta en octubre de 2017 por SUMA de Letras y es muy especial en varios aspectos. El primero tiene que ver con el modo en que se posicionan los narradores (que son dos). Se cuenta la segunda invasión inglesa desde Córdoba y no desde Buenos Aires, porque Redhead viaja a esa localidad para auxiliar a su hermanastro, que vino con los invasores y está prisionero en Alta Gracia. La otra particularidad tiene que ver con que hay espíritus que interactúan con los vivos. Y hay una historia del pasado de Redhead en Escocia que va a entrecruzarse con el presente de la trama. Hay una serie de asesinatos, por supuesto, y las mujeres, tanto en Buenos Aires (Clara y Elisa, que son la prometida y la hermana de Redhead) como en Córdoba (con nuevos personajes femeninos que tienen mucho que ver con algunas lectoras inquietas que conocí en mis viajes) toman protagonismo.

¿Con qué personaje de ficción te identificás?

Con Redhead, desde ya, en varias cosas. Él tiene mucho de mí, aunque también algo de una persona real que existió en la época de mis novelas: el médico de Manuel Belgrano, Joseph Redhead, a quien le copié el apellido y algunas características como la profesión y el pelo rojo. También tiene algo del personaje de Sherlock Holmes (la parte escocesa de Redhead es un homenaje a su autor, Arthur Conan Doyle).
Comparto con Redhead la perplejidad ante el cambio constante de las épocas en que vivimos; la furia que le producen la corrupción y la injusticia; su ansia de saber, de conocer y de entender. Comparto un poco el buen y el mal humor que le suscitan todas esas cosas. Y muchos de sus códigos: la lealtad, el apego a la palabra empeñada, la escasa vida social, el gusto por los libros, los viajes y las bibliotecas, los animales, la intimidad. ¡Hasta toco un poco el violín! Aunque él lo hace mejor que yo.

¿Qué autores nos recomendás?


Leo de todo. No tengo prejuicios y encima estudié Letras, así que me he pasado la vida leyendo (y por eso tengo una miopía alarmante). Es difícil recomendar algo que no resulte arbitrario y subjetivo. Pero si no me queda opción, ante todo recomiendo a los clásicos, desde Homero hasta Joyce, pasando por Cervantes, Balzac, Flaubert y Stendhal, Dickens, Shakespeare, Austen, las Brönte, Gogol, Dostoyevski, Pushkin, Dante, Boccaccio, y un larguísimo etcétera. Recomiendo a Dumas y al gran Julio Verne, a Simone de Beauvoir, Max Frisch, Flannery O´Connor y André Gide. De mis lecturas de vida, recomiendo a Albert Camus, que además de escribir divinamente imprimió en sus obras un sentido de la rectitud y de la justicia sin igual; a Conan Doyle, por supuesto, no sólo las historias de Holmes sino sus otros libros, en especial las novelas de profesor Challenger, aunque también sus novelas históricas y sus cuentos de terror. En la línea realista, a Benito Pérez Galdós, un gran autor español. A nuestras autoras del siglo XIX, en especial, Juana Manuela Gorriti y Eduarda Mansilla. Toda nuestra literatura, en general, Sarmiento, Hernández, Arlt, Borges, las Ocampo, en particular Silvina, Norah Lange… Y de los autores actuales, me gusta mucho lo que escriben Selva Almada, Samanta Schweblin, Pedro Mairal y Gabriela Cabezón Cámara, aunque podría mencionar a muchos otros colegas que admiro, cada uno en su género. Me gustan mucho las obras de Pedro Orgambide, Julio Cortázar y Tomás Eloy Martínez. La literatura argentina es formidable. Ni hablar de la llamada “literatura de género”, que abarca desde las aventuras hasta el policial, pasando por el romance y la novela histórica (que es un poco lo que yo vengo haciendo). La lista sería interminable así que sólo te doy un nombre, en lo que atañe a la novela histórica argentina: Cristina Bajo. Si no leíste sus libros, no dejes de hacerlo porque es una autora ineludible. Por último, una literatura que siempre me movilizó y me encanta leer es la de viajes; los relatos de viajeros. En especial los de otros tiempos. Hay muchos libros escritos por viajeros que recorrieron nuestra tierra en los siglos pasados. Desde Darwin hasta Chatwin, recomiendo todo. Hay un autor en particular, cuya obra estoy releyendo, que no es estrictamente un viajero pero está en sintonía con ese tipo de escritura, aunque vivió en el lugar que describe: Lucas Bridges, autor de “El último confín de la Tierra”. Y mi preferido: “Cinco años en Buenos Aires”, escrito entre 1820 y 1825 por un inglés anónimo que algunos dicen se apellidaba Love. 

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